El duelo no se limita a las muertes. Más bien, el duelo puede surgir en cualquier situación en la que haya una pérdida, o incluso sólo la posibilidad de una pérdida. Puede que estés aceptando el mal pronóstico de un ser querido, o puede que hayas perdido a alguien debido a una discusión o a una “falta de contacto” En cualquiera de los casos, te toca llorar la pérdida de alguien que sigue vivo.
En estos casos, el duelo puede ser tan profundo como el de una muerte real. Entonces, ¿cómo superar este periodo de duelo, sobre todo cuando los demás se esfuerzan por comprender la magnitud de tu dolor?
Ejemplos de situaciones en las que se puede vivir el duelo por la muerte de un ser querido:
Además de la muerte, también nos afligimos cuando una persona importante enferma y cambia, cuando nos mudamos de ciudad y dejamos atrás a los amigos, o cuando nuestro ser querido cambia bruscamente porque está luchando contra la drogadicción y ya no le reconocemos.
Uno de los grandes retos cuando se llora a una persona que sigue viva es que muchas de las personas que forman nuestro sistema de apoyo pueden no entender por qué estamos de duelo.
Al fin y al cabo, la persona sigue viva, ¿no? No hay funeral, ni condolencias, ni una llamada para ver cómo estamos. Esta experiencia puede llamarse “duelo privado de derechos” En estas circunstancias, es fácil sentirse solo, incomprendido y aislado.
Pero si la persona era importante para ti, aunque siga viva, es normal que te aflijas por la pérdida a la que te enfrentas.
Podemos lamentarnos por una pareja tras una ruptura, así como por nosotros mismos tras un acontecimiento traumático o que nos ha cambiado la vida. Podemos echar de menos a un amigo que se mudó o a un querido profesor después de graduarnos.
Evitar o reprimir lo que se está viviendo es una forma eficaz de sentirse peor a largo plazo.
Ser consciente e intentar comprender las emociones que experimentas es un gran paso en el proceso de duelo. Profundiza en tu propio mundo interior: estás equipado con un montón de emociones y cada una de ellas sirve para algo, da información sobre cómo te encuentras y es igualmente válida y útil.
A veces, podemos pensar que hay un aspecto o un sentimiento propio del duelo. Pero aunque el duelo es universal, no hay una forma correcta de afrontar una pérdida o de decir adiós.
Tras perder el contacto con alguien a quien amamos, cambiamos profundamente. Para muchas personas, este cambio significa que no podemos ser la misma persona que éramos antes. La persona que éramos ya no existe. Alguien me dijo una vez que un corazón se rompe para que la luz pueda entrar en él. Efectivamente, ese es el cambio al que nos enfrentamos: la ruptura, la deconstrucción, la reformulación.
Si nuestro ser querido sigue con nosotros, pero se enfrenta, por ejemplo, a un pronóstico adverso, sin duda estará cambiando… y nosotros también. Ambos nos vemos transformados por lo que este diagnóstico significa para nuestro futuro juntos. Esto también puede significar que tengamos que reformular la forma en que nos relacionamos.
El viejo adagio dice: “No sabes lo que es estar en los zapatos de otra persona a menos que hayas caminado una milla en ellos”. Quizá nuestro sistema de apoyo cercano no sepa cómo ayudarnos a sanar. Por suerte, hoy en día hay muchos grupos y un fácil acceso a comunidades que están pasando por algo parecido y pueden entender lo que sentimos, personas que pueden validar nuestros sentimientos sin falsas seguridades pero con empatía.
Que estemos en el presente no significa que perdamos el pasado. Recordar esos momentos compartidos con un ser querido nos demuestra que a pesar de la distancia, la enfermedad o el cambio; estamos conectados a él, a la misma persona que siempre conocimos y nos importó.
Siempre habrá lugares, comidas y olores relacionados con el recuerdo de la persona que amamos. Probablemente siempre pertenecerán a ellos y a la persona que éramos cuando estábamos junto a ellos. Utilízalos como herramientas de duelo cuando los sentimientos de pérdida te golpeen con fuerza.
Para algunas personas, realizar un ritual ayuda a integrar el pasado y el presente con gratitud y una despedida. Si esto te parece algo que te gustaría hacer, a continuación te damos algunas ideas. Puedes seguir el ritual paso a paso o puedes leer sobre él y utilizarlo como inspiración para crearlo tú mismo:
Cómo se despiden las distintas culturas
Nuestros mayores errores proceden de nuestras mayores cualidades, escribió el Marqués de Sade en el Diálogo entre un sacerdote y un moribundo. Y ahí es exactamente donde podemos rastrear la raíz de la positividad tóxica.
“Habrá sido para bien“ casi siempre resulta hiriente escucharlo. La positividad tóxica es una respuesta bienintencionada a la angustia, que utiliza la tranquilidad forzada. Sin embargo, personas con grandes intenciones pueden hacernos un daño terrible (y a menudo accidental) al minimizar nuestro dolor.
Cuando oímos frases como “al menos siguen vivos”, sentimos que nuestros sentimientos son reacciones exageradas y que, en su lugar, deberíamos estar agradecidos. Incluso podemos empezar a preguntarnos si tenemos o no derecho a sentir pena.
La respuesta es que sí. Tenemos derecho a sentir dolor por una persona que está viva y es un proceso perfectamente normal. Pero la positividad tóxica hace que sea más difícil afrontarlo. Entonces, ¿cómo puedes enfrentarte a la positividad tóxica?
Algunas personas no saben cómo reaccionar ante el duelo. Esto puede ser especialmente cierto cuando se está de duelo por alguien que aún está vivo.
Otros pueden querer centrarse en el hecho de que técnicamente no has perdido a esa persona. Puedes utilizar frases del tipo “Sí, pero…”, para redirigir la conversación hacia lo que estás afrontando, alejándote del giro excesivamente positivo.
Ser claro con respecto a lo que necesitas puede ayudar mucho. Puedes decir, por ejemplo, que quieres que te escuchen o que buscas empatía en lugar de consejos.
Si te sientes cómodo con la persona que está siendo tóxicamente positiva, puedes abordar el comportamiento de forma desenfadada. Al fin y al cabo, en esta experiencia humana todos estamos aprendiendo, y algunas personas realmente no saben distinguir entre la positividad sana y la tóxica.
Haz saber a tu interlocutor lo mucho que le valoras en tu sistema de apoyo y lo importante que es aceptar nuestro sufrimiento en lugar de evitarlo.
No hay una forma correcta de vivir el duelo por alguien que aún está vivo. La forma correcta la creamos nosotros mismos, atendiendo a nuestros pensamientos y sentimientos sin juzgarlos.
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