“Mi futuro, mis deseos, mis planes… todo se fue alvacío“
Los cuidadores jóvenes pueden tener dificultades para hacer amigos, experimentar disonancia cognitiva y sentir que no viven plenamente su vida. ¿Cómo se puede seguir siendo joven y despreocupado a la vez que cuidador?
En primer lugar, dejemos algo claro: aunque pueda parecer que tu juventud y tu papel de cuidador están reñidos, no tienen por qué estarlo.
Aunque muchos cuidadores jóvenes se sienten tironeados en direcciones opuestas por su papel y por su juventud, ser despreocupado y cuidador es posible. Abrazando plenamente ambas identidades, puedes encontrar un equilibrio entre ellas que te permita vivir como ambas sin quemarte.
¿Por qué tantos de nosotros creemos que no podemos ser jóvenes y proporcionar cuidados?
Ser un cuidador joven puede ser aislante, porque muchos sienten que los demás no pueden identificarse con lo que están viviendo. A pesar de la abundancia de cuidadores jóvenes en todo el mundo, estos cuidadores a menudo evitan compartir sus experiencias, por lo que se sienten solos a pesar de las luchas compartidas.
En una entrevista con Supportiv, Alexandra Drane, cofundadora y directora ejecutiva de ARCHANGELS, arroja luz sobre la realidad de cuidar a alguien joven: “Cuidadores hay en todas partes, y no siempre se parecen a lo que esperaríamos”
La creencia de que uno es un ejemplo atípico de cuidador puede aislar, y ese aislamiento se ve agravado por la falta de comunicación. “Desgraciadamente, cuanto más joven es una población, menos abierta parece sentirse a verse a sí misma en este papel, o a hablar de este papel que tiene”, dice Drane.
Conceptualmente, cuidar y ser una persona joven puede parecer contradictorio, pero en realidad, los cuidadores jóvenes están en buena compañía: “1 de cada 4 cuidadores son Millennials, y 1 de cada 5 son Gen Z”, nos dice Drane. Y reitera: “Sí, tienes muchos amigos que están pasando por esto”
Abrirse sobre el reto de cuidar a alguien siendo joven parece arriesgado, pero si lo haces, puedes conectar con otras personas que pueden redefinir tus ideas sobre tu propia experiencia.
Busca formas de separar tu vida de cuidador de tu vida personal. Para prepararte para los momentos en los que no estarás disponible, ayuda a tu ser querido a encontrar otros apoyos o a organizar su agenda hacia actividades más independientes. Comuníquese claramente con su ser querido para que ambos comprendan sus necesidades, miedos, esperanzas y límites. Haga planes para diferentes situaciones posibles para reducir el estrés de lo desconocido.
Nadie puede estar de guardia 24 horas al día, 7 días a la semana, para siempre. Aunque ayudes a tu ser querido todo lo que puedas, también tienes que cuidar de ti mismo. Tómate un tiempo para pensar cuál es tu tiempo “mínimo” para ti mismo. ¿Es durante la noche, mientras duermes? ¿15 minutos al día antes de que tu ser querido se despierte o después de que se vaya a dormir? ¿Un día entero a la semana? Sea cual sea el periodo de tiempo, asegúrese de que su ser querido entienda que debe ser un tiempo ininterrumpido para ti.
Si vive con su ser querido, considere la posibilidad de crear aficiones e intereses fuera de casa. Dado que nuestros cuerpos y mentes aprenden rápidamente asociaciones entre entornos y sentimientos, intentar relajarse en el mismo lugar que se asocia con el trabajo puede resultar bastante difícil. Aunque no disponga de un descanso prolongado, intente dar una vuelta a la manzana o simplemente salir a tomar el aire. El cambio de ambiente le ayudará a restablecerse, como un limpiador de paladar.
Si estás de guardia, considera la posibilidad de crear una serie de códigos para el nivel de atención (por ejemplo, rojo significa sólo emergencias, amarillo significa si me necesitas, verde significa pregunta en cualquier momento). Aplicar etiquetas a los distintos niveles de apoyo puede ayudaros a ambos a entender lo que se necesita en cada situación concreta.
Aunque tengamos tiempo para nosotros mismos, saber qué hacer con él puede ser más difícil de lo que pensamos. A menudo sentimos que tenemos tan poco tiempo que nos da miedo malgastarlo. En esos momentos, recuerda que la alegría es alegría, venga de donde venga.
Nada te hará sentir menos despreocupado como la rutina. Nacemos curiosos. Nos pasamos la vida aprendiendo y creciendo. Cuando nos acomodamos en una rutina, las cosas suelen volverse más predecibles, pero también menos interesantes. Pero no hace falta ser fiable o espontáneo. Cuidar no es mutuamente excluyente con la aventura y la exploración. Tanto si intentas hacer un crucigrama, ganchillo, una excursión o cualquier otra cosa, el nuevo reto renovará tu energía.
¿Recuerda lo que le encantaba hacer cuando era más joven? ¿Lo mismo que ya nunca haces? Pregúntate por qué lo dejaste. Si el motivo es otro aparte de que ya no te gusta, plantéate volver a disfrutar de aquello. Especialmente cuando la vida se presenta especialmente exigente, estas sencillas alegrías pueden significar mucho. Ya sea una vez al día, una vez a la semana o una vez al mes, dedica un poco de tiempo a hacer las cosas que te han gustado desde el principio.
Gran parte de lo que hace que la vida sea satisfactoria son los demás. La conexión está integrada en nuestra biología, y una hormona relacionada con el bienestar(la oxitocina) se libera específicamente en respuesta a los vínculos con los demás. Para hacer amigos hay que salir a la calle (literalmente, a un lugar público o a Internet) y presentarse. Mantener las relaciones se reduce a apreciar las conexiones que ya has forjado. Cuando te sientas solo, tiende la mano. Lo más probable es que a otras personas les haga ilusión saber de ti.
Ser joven y despreocupado puede parecer imposible cuando se está cargado de responsabilidades. Si te sientes así, no tengas miedo de buscar ayuda. Aunque pedir ayuda a los demás puede resultar incómodo, lo más probable es que las personas que más te importan quieran ayudarte en todo lo que puedan. Ayudar a los demás forma parte de nuestra naturaleza, y hacerlo nos hace más felices.
Como cuidador, conoce la importancia del apoyo. Así que asegúrate de hablar con alguien, ya sea tu ser querido, un amigo íntimo, compañeros de apoyo o un profesional. Independientemente de quién sea, expresar tus sentimientos te ayudará a superar esta vida maravillosa y estresante.
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