Si estás cuidando a alguien que no aprecia tu esfuerzo, que abusa verbalmente de ti o que, en general, perjudica tu salud emocional, la opción ideal es marcharse. Al menos, desde la perspectiva del que mira desde fuera, parece que es así. Sin embargo, no siempre es tan fácil.
Así que, si no puedes irte, no estás preparado o no quieres hacerlo, ¿qué puedes hacer cuando alguien se muestra abiertamente desagradecido contigo y tus cuidados?
Una vez más, puede parecer una opción obvia para alguien que nunca ha sido cuidador: si alguien es desagradecido, y especialmente si es verbalmente abusivo, marcharse parece la respuesta más clara. Pero, si eres cuidador, probablemente seas un poco más capaz de entender cuáles son las frustraciones de alguien que requiere la ayuda de otros.
Tomémonos primero un momento para considerar lo que se siente al requerir cuidados. En la raíz de cualquier relación de cuidados hay una realidad difícil por parte de la persona a la que se cuida. Aunque el maltrato verbal nunca está “bien”, las circunstancias de su ser querido pueden al menos otorgarle cierta comprensión.
Aunque existen puntos en común entre todas las situaciones de cuidado, cada dinámica de cuidado es diferente. A menudo, la agresividad tiene su origen en el miedo y la inseguridad, pero a veces hay una explicación más matizada.
A veces, la enfermedad que hace que alguien requiera cuidados provoca un comportamiento incontrolable, que todavía escuece como si fuera intencionado.
Esta es una experiencia común para quienes cuidan a seres queridos con demencia, enfermedad de Huntington y otras afecciones neurológicas asociadas.
La demencia se caracteriza por el deterioro cognitivo, y quienes la padecen suelen experimentar cambios graduales de personalidad y pérdida de memoria. No sólo es doloroso presenciar lo que le está ocurriendo a alguien, sino que también significa que su cuidador puede enfrentarse a observaciones que calan hondo.
Los seres queridos que cuidan de personas con demencia a menudo aceptan y soportan el abuso emocional o verbal, sabiendo que su ser querido no puede evitar su comportamiento. No son ellos mismos.
Este conocimiento no detiene el dolor ni la tensión, y tanto si se queda como si se va, esta situación es única y merece reconocimiento.
Cabe señalar que la enfermedad que altera la inhibición no es la única causa de hostilidad vocal. A veces, la persona a la que cuidas es consciente de lo que hace.
Puede que cuides a un padre que es o fue abusivo. Otra posibilidad es que cuides a otro miembro de la familia o a un cónyuge que es, era o se ha vuelto abusivo, volátil, desagradecido o antipático de una forma que te afecta negativamente.
El maltrato es inaceptable y te animamos a respetar tus límites de todas las formas posibles. Dicho esto, si te encuentras en una situación en la que no estás preparado para abandonar el papel, no eres el único.
En esta situación, planifica la reducción de daños. Eso significa encontrar formas de cuidar de ti mismo y disminuir el impacto de las circunstancias inevitables. Tanto si te quedas como si te vas, necesitas un plan, tanto para la persona a la que cuidas como para ti mismo. Entonces, ¿qué hacer?
Dependiendo del estado de la persona a la que cuidas, puedes establecer límites. Tal vez estés cuidando a un ser querido que no padece una enfermedad que afecte a su cognición y se muestre vocalmente desagradecido o te maltrate. En ese caso, ten una conversación si puedes.
Hágales saber que les quiere, pero que no puede permitir que continúe este trato. Verbalmente, dale parámetros sobre lo que vas a tolerar y lo que no. Si procede, hazle saber que tendrás que encontrar a alguien que se haga cargo a tiempo completo o parcial si esto continúa. No se trata de una amenaza, sino de una declaración sobre los límites de tu bienestar.
Si te pone nervioso tener esta conversación porque puede ponerte en peligro, involucra a otra persona de confianza mutua. En casos extremos, puedes recurrir a un asistente social u otra persona similar.
Por otra parte, a veces es necesario establecer límites no con la persona a la que cuidas, sino con otros miembros de su sistema de apoyo.
En las familias, es muy posible que seáis dos o más personas las que cuidéis a la persona. Tal vez alguien tienda a abandonar cuando acordó ayudar, dejándote a ti con una mayor parte de las responsabilidades. Como resultado, sientes la necesidad de cargar con el muerto y dejar que pase lo que tenga que pasar.
Es hora de decir “no” al trabajo extra, y sí, es trabajo, aunque no esté remunerado. Reconocerlo no te hace menos empático. Eres un ser humano que necesita tiempo para dormir, cuidarse y atender otras responsabilidades.
En el ámbito de los cuidados, los servicios derelevo son temporales o de emergencia. Puede durar desde unas pocas horas al día hasta varias semanas. Si te es posible, es imprescindible que sepas dónde encontrar servicios de relevo y cómo conseguirlos para que puedas tomarte un descanso cuando lo necesites. Esto también puede ser un último recurso, guardado en el bolsillo trasero para emergencias.
Recuerda que, si tienes capacidad económica, puedes utilizar estos servicios para tu propia salud mental sin sentirte culpable. Aquí tienes un localizador de servicios de respiro que puedes utilizar: https://archrespite.org/respitelocator.
Una de las cosas más importantes que debes hacer si te encuentras en una situación en la que estás siendo maltratado como cuidador es recordar que no eres tú. Cuando se producen insultos u otros golpes verbales, no es culpa tuya ni un reflejo de ti. Si estás cuidando a alguien que es verbalmente desagradecido o cruel, prepárate internamente de antemano. Especialmente si cada vez se utilizan palabras, frases o tácticas similares, ya sabes qué esperar y puede que sea el momento de desconectar emocionalmente de forma consciente.
Fuera del entorno de cuidado, dé prioridad al autocuidado. Utiliza el autocuidado emocional en forma de apoyo social, autoconversación positiva y cualquier otra cosa que puedas hacer para darte un impulso de autocompasión. Además, asegúrese de satisfacer sus necesidades básicas (dormir, comer, beber líquidos). El ajetreado papel de cuidador puede dejar poco tiempo para el autocuidado, por lo que, siempre que puedas, es fundamental que lo dediques conscientemente.
Un sistema de apoyo es vital para todos nosotros, incluidos los cuidadores. Tu sistema de apoyo puede incluir amigos, familiares, una pareja u otras parejas, un grupo de apoyo en línea o en persona, o una red de apoyo como Supportiv, por nombrar algunos.
Si los malos tratos se intensifican, es posible que decidas dejar de ser el cuidador principal. Por su bienestar, puede que no tenga más remedio que tomar esa decisión. Esto es lo que puedes hacer si ya no puedes seguir prestando cuidados:
El periodo de transición será duro. Vas a traspasar responsabilidades a otra persona, y eso conlleva la necesidad de prepararse para los cambios tanto emocionales como tangibles.
Pueden surgir muchos sentimientos cuando dejas o planeas dejar tu puesto. Siéntate y trabaja estos sentimientos y, si es posible, considera la posibilidad de recurrir a un profesional. Si sufriste abusos durante tu etapa como cuidador, puede ser especialmente necesario.
Aunque no siempre es así, puede que seas tú quien se encargue de encontrar otra forma de que la persona a la que has estado cuidando reciba cuidados. Puede que decidas que intervenga un asistente social, lo cual es absolutamente recomendable si hay malos tratos.
Recuerda: no importa la decisión que tomes, no eres “malo” por tomarla. Es una situación difícil y mereces apoyo y compasión. No dudes en buscar el apoyo de los demás.
Nota de la autora: El abuso es algo serio y no es un término que utilice a la ligera. Quiero reconocer la variedad de formas en que un cuidador puede sufrir malos tratos. Si estás sufriendo malos tratos, es imprescindible que acudas a alguien que pueda ayudarte. Si se encuentra en peligro inmediato, acuda a su servicio de urgencias más cercano o, si procede, póngase en contacto con https://www.thehotline.org llamando al 1.800.799.7233.
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