Enhorabuena por el impulso de leer sobre el mansplaining y lo que significa para ti. Es un gran primer paso, que probablemente evitarías si fueras un mansplainer sin remedio. Para comunicarte de forma más eficaz y dejar de ser etiquetado, consulta la información siguiente, que incluye: la definición de mansplaining, ejemplos y 3 formas concretas de dejar de hacerlo.

¿Qué es el mansplaining?

Si te han dicho que eres un mansplainer, probablemente quieras saber qué significa técnicamente. El mansplaining consiste en explicar algo a alguien que tiene más experiencia sobre el tema que tú.

Por ejemplo, imagina que un hombre empieza a explicar cómo funciona un cambio de aceite tras leer una demostración en Internet. Pero está hablando con una amiga que ha sido mecánica de coches durante los últimos 25 años. Está claro que ella tiene experiencia de primera mano con los cambios de aceite. A la mujer le resultaría irritante, ¿verdad? Se pregunta…

  • ¿Por qué le está explicando lo que ella ya sabe?
  • ¿Por qué no se da cuenta de que su información es limitada en comparación con la de ella?
  • ¿Por qué no le interesa escuchar su punto de vista, si en realidad está tan interesado en el tema?

Por eso ella le llama mansplainer.

El mansplaining tiene tan mala fama porque suele describir conversaciones en las que alguien de un grupo con más “poder” cree saber más sobre la experiencia de un grupo marginado. Pensemos en los hombres que describen las experiencias de las mujeres, los médicos que describen a los discapacitados o los blancos que describen las experiencias de los negros.

En estos contextos, el mansplaining es realmente dañino, ya que puede perpetuar la marginación. Sin embargo, cualquiera puede ser un mansplainer (no sólo los hombres), y a menudo ocurre en circunstancias mucho más inocuas.

No eres automáticamente una mala persona por quejarte. Simplemente tienes la oportunidad de comunicarte de forma más eficaz y gratificante, tanto para ti como para las personas que te rodean.

¿Cuándo no es “mansplaining”?

Como regla general, no suele ser “mansplaining” si…

  • No sabías que la otra persona conocía el tema, o
  • Hablas de un tema con el que tienes experiencia.

Ejemplo 1

Supongamos que empiezas a hablar de ranas con un compañero de tu empresa de contabilidad. Tu compañero de trabajo se siente molesto porque no has mencionado sus estudios universitarios en biología de ranas. Sin embargo, tú nunca se enteraste de que estudió ranas en la universidad. Y, en esta conversación, le preguntaste qué opinaba sobre tus datos sobre ranas.

En este caso, siempre que hayas permitido un diálogo entre tú y el compañero, no eres un mansplainer. No tenías motivos para creer que era un experto en el tema. Si no compartieron sus conocimientos en la conversación, es cosa suya.

Ejemplo 2

Otro ejemplo: eres un hombre trans y hablas de la experiencia de la menstruación con una amiga. Ella dice que eres un mansplaining, porque ya no eres una mujer y no deberías hablar de estas cosas.

Sin embargo, no eres un mansplaining. Tú ya has tenido la regla y simplemente hablas desde tu propia experiencia. Compartir tu experiencia no debe invalidar la suya, porque ambas son igualmente válidas.

¿Cómo puedo asegurarme de que no estoy haciendo “mansplaining”?

Sólo hay tres pasos básicos para evitar el mansplaining. No tienes por qué sentirte angustiado cada vez que mantienes una conversación

1. Pregunta a la otra persona si está familiarizada con un tema antes de explicarlo.

Una explicación se convierte en un mansplaining cuando parece “sermonear” Eso ocurre cuando se asume que el tema es nuevo para la otra persona.

Si quieres hablar de algo que te interesa, lo justo es que primero averigües hasta qué punto le interesa a la otra persona. En el proceso de averiguarlo, puede que descubras que ya entiende el tema. En ese caso, naturalmente evitarás repetir los conceptos básicos a alguien que ya los conoce, y así evitarás el mansplaining.

2. Reconoce la experiencia (potencial) de la otra persona con el tema, aunque tú puedas hablar de él con autoridad.

¿Qué conexión personal tiene esta persona con el tema? ¿De qué manera su identidad puede darle una perspectiva del tema diferente a la tuya? Tanto la experiencia vivida como el conocimiento académico son valiosos.

Recurre a frases como

  • “No hace falta que te explique que…”
  • “Probablemente ya lo sepas, pero me ha sorprendido saber que…”
  • “Tengo curiosidad por saber cómo fue tu experiencia, pero en la escuela aprendí…”
  • “Me pregunto si para ti ha sido diferente, pero desde mi punto de vista…”

Es bueno reconocer la experiencia que la otra persona puede tener con este tema. Pero es aún mejor si le preguntas directamente por sus conocimientos o experiencia. Si estás manteniendo una conversación, es posible que no se sientan cómodos compartiendo su propia experiencia; sobre todo si pareces tan entusiasmado por enseñarles. Así que asegúrate de que sepan que valoras su aportación y que lo ves como una conversación y no como un monólogo.

3. No dejes que las conversaciones se conviertan en explicaciones.

No puedes ser un “mansplainer” si, en primer lugar, estás dialogando en lugar de explicando. Deja que la otra persona participe en la conversación, independientemente de su nivel de experiencia.

Aunque tengas más experiencia y conocimientos sobre un tema, eso no significa que debas acaparar toda la conversación. De lo contrario, puede que no seas un “mansplainer”, pero sí un conferenciante.

Este es un principio básico de la comunicación, pero quizá sea el más importante. Incluso una explicación amistosa puede ser vista como un “mansplainer” si se da sin contar con la opinión de la otra parte.

Duele que te tachen de “mansplainer”, pero puedes redimirte

Cuando otros te llaman mansplainer, duele profundamente. Sin embargo, no se trata tanto de etiquetarte permanentemente como de nombrar la sensación de ser ignorado e infravalorado en una conversación. La otra persona no está diciendo que no le gustes. Lo que dice es que no le gusta cómo le has hecho sentir al ignorar lo que tenía que aportar.

Es una buena noticia, porque significa que puedes cambiar tu comportamiento y mejorar la calidad de vuestra conexión. Si asumes tu conducta pasada y compartes con ellos cómo piensas cambiar, podrás disculparte eficazmente con aquellos a los que has hecho sentir incómodos.

Así que, tanto si lo has oído una vez como si eres un mansplainer crónico, date un respiro por los errores del pasado. Pon tu energía en cambiar tu futuro.