¿Cómo ponerse en el lugar de otro?
Todos conocemos la expresión “ponerse en la piel de otro”, pero ¿cómo hacerse ver desde la perspectiva de otra persona? La verdad es que no se puede. No del todo, al menos.
Ése es el primer paso para entender cómo apoyar a los demás: saber -y reconocer- que nunca tendrás la experiencia directa de otra persona.
Cuando se trata de alianzas en particular, el “apoyo” debe proporcionarse con cuidado y humildad. Del mismo modo que sabes que nunca recorrerás exactamente el mismo camino que otra persona, también es crucial recordar que no puedes ser tú quien se considere a sí mismo un aliado. Un verdadero aliado no lo es por el título o el reconocimiento, sino por el imperativo moral que surge de la empatía por la lucha de otra persona.
Los aliados son partidarios reconocidos de grupos maltratados de los que no forman parte, que trabajan para escuchar, amplificar y luchar por los derechos de ese grupo. Ser un aliado requiere un músculo de empatía bien desarrollado, y la buena noticia es que la empatía se puede desarrollar.
Entonces, ¿cómo podemos aprender de los verdaderos aliados para mejorar nuestra propia empatía? ¿Qué podemos hacer para comprender y apoyar mejor a quienes nos rodean?
Aunque este artículo no tratará específicamente del aliadismo, ser un aliado es ahora más importante que nunca. Y uno de los requisitos para ser un buen aliado es la empatía.
La empatía se refiere a “la acción de comprender, ser consciente de, ser sensible a y experimentar indirectamente los sentimientos, pensamientos y experiencias de otro, ya sea en el pasado o en el presente, sin que los sentimientos, pensamientos y experiencias se comuniquen plenamente de manera objetivamente explícita”
Pero eso es un trabalenguas. Tal vez sea más fácil entender la empatía como la práctica de honrar y valorar la lucha de otra persona como si fuera la propia, aunque uno mismo no haya pasado por ella.
Algunas personas son muy empáticas por naturaleza y son capaces de imaginar muchas perspectivas y sentimientos. Para otras, la empatía es una habilidad aprendida. No hay que avergonzarse de ello en absoluto, pero puede costar cierto esfuerzo “desarrollar ese músculo”
Tanto si eres empático por naturaleza como si no, todos podemos trabajar para seguir desarrollando la capacidad de ver las cosas desde el punto de vista del otro. Es esencial recordar que todos estamos aprendiendo y que el aprendizaje es una búsqueda sin fin. El aprendizaje de la empatía o de cómo apoyar a otra persona no tiene fin; todos deberíamos aspirar a mejorar continuamente a lo largo de nuestra vida.
La diferencia entre “te escucho” y “lo sé” tiene mucho poder. Si no se te da bien ver las cosas desde el punto de vista de los demás, la mejor manera de hacerlo es dedicarte a escuchar con empatía.
La escucha empática es un concepto que se refiere a escuchar activamente a otra persona, con la intención de comprender, en lugar de responder.
En general, la empatía implica escuchar lo que la gente tiene que decir sobre sus propias experiencias, y creerles.
Cuando alguien está enfadado, por ejemplo, mira a ver de dónde viene. No pienses “¿qué haría yo en esa situación?” y juzgues a la otra persona basándote en eso. En lugar de eso, piensa: “¿cómo sería estar en su lugar en este momento?”
Cuando alguien te diga cómo se siente, céntrate en el sentimiento en lugar de en la situación. Hazlo tanto en tu respuesta como internamente. Trata cualquier emoción que una persona esté expresando como plena e incuestionablemente válida.
Haz siempre preguntas abiertas que permitan a la persona compartir tanto o tan poco como quiera.
Nunca fuerces a nadie a compartir más de lo que quiera, pero sé todo oídos cuando esté dispuesto a hacerlo.
Asegúrate de no dar consejos no solicitados. En lugar de eso, haz preguntas y, si alguien dice que no, respétalo.
Las preguntas que se centran en el sentimiento incluyen dos cosas: el reconocimiento de la emoción y la ausencia de juicio. Algunos ejemplos de preguntas que “se centran en el sentimiento” son:
Otra lección que debemos aprender de los aliados es que, cuando alguien comparte sus sentimientos o su experiencia, no se trata de nosotros. Cuando trabajes para dar respuestas empáticas, no hagas suposiciones y recuerda que nadie te debe nada, ni siquiera sus sentimientos o su historia. Trata a alguien como si te estuviera haciendo un regalo cuando se abre contigo porque, en realidad, lo está haciendo. “Gracias por contármelo” y “gracias por confiar en mí” son frases muy poderosas. Puede que no siempre sepas qué decir, y no pasa nada. Hazlo lo mejor que puedas y entiende que tu corazón está en el lugar correcto si estás ahí para aprender y apoyar a otra persona.
Asegúrate de examinar cualquier prejuicio potencial que te impida ver el punto de vista de otra persona. ¿Tienes prejuicios sobre su experiencia? Por ejemplo, si alguien ha abandonado los estudios, ¿lo estás juzgando? Para desarrollar la empatía, hay que ser consciente de los juicios. La realidad es que todos tenemos un acceso diferente a la educación y que todos podríamos haber nacido en una situación diferente a la que nos ha tocado vivir. El Proyecto Implícito es un recurso que puede ayudarnos a discernir nuestros prejuicios.
He aquí un dato duro: cualquiera podría haber nacido de otra manera. Si hubieras nacido de otro par de padres, podrías haber nacido en cualquier cuerpo, en cualquier situación y en cualquier lugar. Para muchos, éste es un concepto clave para desarrollar una verdadera empatía; llegar a un punto en el que puedas pensar: “¿y si yo hubiera nacido en su lugar?” Cuando juzgues algo que otra persona está haciendo o sintiendo, míralo con el corazón en lugar de con la cabeza y explora en profundidad todos los “y si…” que vienen con la realidad de que todos podríamos haber sido otra persona con unas cartas diferentes.
Si no puedes entender cómo sería ser pobre, piensa: “Vale, no puedo entenderlo, pero ¿y si hubiera nacido pobre?” Con ese pensamiento en mente, ¿cómo habría sido tu educación? ¿Cómo serían las comidas familiares, si es que las hubieras tenido? ¿Qué sentiría al ir a la escuela sin ropa limpia, zapatos que le quedaran bien o material escolar? ¿Y si hubiera sufrido acoso escolar por ello? ¿Cómo sería pasar hambre y no tener casa a los 15 años? ¿Y si no hubiera podido ir a la escuela constantemente? ¿Cómo habría afectado eso a mis oportunidades? Cada vez que se te ocurra una razón para descartar la validez de la experiencia de una persona, piensa: “¿Y si eso tampoco fuera cierto para mí?” o “¿Y si eso tampoco estuviera a mi alcance?”
Hazte preguntas internas hasta que llegues a un punto en el que sientas emociones fuertes por otra persona. Hasta que esa punzada golpee tu corazón y te vuelvas sombrío. Este puede ser un ejercicio doloroso pero poderoso. De nuevo, permítete sentir cualquier cosa que te surja, incluido el remordimiento. Utiliza esa emoción para pensar en cómo puedes acoger a los demás y aprender más. Desafíate a ti mismo y, si al final te das cuenta de que sigues sin poder imaginarte cómo es, simplemente escucha.
Los intentos de empatía se quedan un poco cortos cuando la otra persona tiene que explicarte por qué te importa su lucha. No tiene el mismo impacto cuando dices que te importa, pero no lo suficiente como para tener preguntas a las que tienes que encontrar respuesta.
Por suerte, Internet es un recurso excelente para aprender un poco más sobre cómo es la vida para otras personas. Busca historias de personas que se encuentran en situaciones que no entiendes, ya sea a través de un artículo, blog, vídeo o podcast. Puedes buscar hashtags en Twitter, escribir preguntas en un sitio web como Quora o ver documentales y vídeos personales en YouTube.
La necesidad de investigar por tu cuenta va de la mano del concepto de aliarse. A veces, cuando queremos entender algo fuera de nosotros mismos y estamos al principio del proceso con mucho que aprender, hay una tendencia a poner el trabajo en los demás. Podemos sentirnos tentados a preguntar: “¿Qué necesito saber?” Pero también tenemos que entender que eso es añadir otra carga a alguien que ya está luchando… a menos que se ofrezca a ayudar.
Acoge una amplia variedad de historias personales que ya están ahí fuera, y te sorprenderá lo comprensivo y empático que te vuelves. Por supuesto, no des por sentado que todo el mundo tiene la misma historia o los mismos sentimientos que los que has encontrado en el proceso de aprendizaje.
La investigación es fundamental y también es un proceso continuo, pero una cosa que vale para todas las personas de este planeta es que todos somos únicos. Nuestra mayor similitud es que ninguno de nosotros somos iguales. Así que, si quieres aprender sobre temas LGBTQ o apoyar a un amigo LGBTQ, por ejemplo, recuerda que debes aprender a mantener el espacio, a no asumir nada y a aceptar un no por respuesta si es necesario. Si alguien está dispuesto a compartir, escúchale con atención y haz preguntas abiertas como: “Si quieres, ¿puedes contarme más sobre eso?”
De nuevo, puede que no siempre sepas qué decirle a alguien cuando quieres apoyarle. Recuerda que está bien no saber, siempre y cuando digas: “Estoy aquí para aprender”
Puede que nunca seas capaz de ponerte en la piel de otra persona, pero puedes usar el término como visual para construir tu empatía a través de la imaginación. Por lo general, la empatía implica pensar: “¿Cómo me sentiría yo si fuera el que está experimentando esto?” Si te resulta difícil comprender cómo se siente alguien o por qué se siente así, no tengas miedo de admitirlo.
De verdad, ¡no lo hagas! No pasa nada por no saberlo y, de hecho, te brinda una excelente oportunidad para aprender. Si cometes un error, no pasa nada. A todos nos pasa. Permítete sentir lo que sientas y aprovecha la oportunidad para adquirir más información. Si hay reacción, permítelo también.
Recuerda que todos estamos viviendo experiencias humanas que vienen acompañadas de muchos sentimientos. Por citar un consejo que se dice con frecuencia pero que es increíblemente importante: “Tus sentimientos son válidos porque los sientes”
Intenta recordar que si tú estás frustrado, la otra persona también puede estarlo.
Recuerda que sentir empatía por los demás no significa que tú no tengas tus propias luchas, o que tus luchas no sean tan graves.
Cuando lo estás pasando mal, no se trata de quién lo tiene potencialmente peor; luchar no es una competición, y los sentimientos de todo el mundo son válidos. Aunque tengas una vida muy diferente a la de otra persona, gran parte de la empatía consiste en comprender que la lucha no debe compararse.
Ten empatía con todo el mundo, aunque se trate de algo aparentemente pequeño, como tu hermana pequeña llorando por su juguete perdido. ¿Te imaginas lo importante que es para ella?
A medida que vayas fortaleciendo tu capacidad de sentir por los demás, concédete a ti mismo la misma compasión. Debes saber que todo lo que sientes es real y que todos necesitamos apoyo.
Tanto si acudes a un ser querido, a un profesional de la salud mental o simplemente a compañeros en línea, es importante que todos tengamos a alguien con quien hablar. Recuerda asimilar todas las experiencias que puedas y acercarte a todas las personas que conozcas con amor y amabilidad, y dártelas a ti mismo también.
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