Puede que ya te haya pasado: tu interlocutor te ha contado algo personal y no sabes cómo responder.
Que alguien comparta sus dificultades contigo suele ser un signo de vulnerabilidad, autenticidad y confianza. Quieres decir lo que hay que decir, hacer lo que hay que hacer, pero te preocupa empeorar las cosas o cerrar la conversación.
Escuchar -escuchar de verdad- no siempre es intuitivo. Y, por desgracia, no sentirse escuchado puede llevar a las personas a sentirse incomprendidas, solas y frustradas. También es más probable que se distancien emocionalmente de las personas que no les escuchan.
Para ayudar a resolver este problema, a continuación te mostramos técnicas probadas para saber cómo escuchar mejor.
la “escucha activa” fue descrita por los psicólogos Carl Rogers y Richard E. Farson en la década de 1950, y la influencia de este término sigue vigente hoy en día. Las investigaciones han demostrado que las personas que prestan apoyo emocional a su pareja de forma sistemática tienen mayores niveles de satisfacción en su relación, lo que indica que escuchar a la persona amada puede aumentar los sentimientos de unión y cercanía entre ambos. Del mismo modo, de las amistades que se caracterizan por una alta capacidad de comunicación se deriva una mayor calidad de la relación. La escucha activa sirve para reforzar nuestros lazos sociales, forjar conexiones más profundas y hacernos sentir menos solos. ¿Cómo hacerlo?
Para empezar, practica decir menos cuando escuches. Parece obvio, pero es más difícil de lo que parece. A menudo queremos hablar, contar nuestras experiencias y dirigir las conversaciones. Requiere esfuerzo limitarse a escuchar de verdad, pero tu interlocutor seguro que te lo agradecerá. Además, cuando te centras más en escuchar lo que dicen y menos en pensar en lo que vas a decir, puedes asegurarte de que el 100% de tu atención está en ellos.
Inténtalo: Limita tus respuestas a asentimientos con la cabeza y afirmaciones suaves, como “Ya veo” o incluso un simple “mhm”
Incluso si la otra persona deja de hablar, permítele un silencio confortable. Te sorprenderá lo a menudo que se abren aún más cuando se les da la oportunidad.
A continuación, valida periódicamente lo que te está diciendo. En la escucha activa, el oyente valida los sentimientos de su interlocutor más que la situación en sí. Aunque no estés de acuerdo con los pensamientos o acciones de la persona, puedes entender por qué se siente o piensa así.
Prueba con esto: “Entiendo por qué te sientes así”, “Eso tiene sentido” o “Puedo entenderlo”
Validar los pensamientos y sentimientos de tu interlocutor le permitirá expresarse mejor y sentirse cómodo conectando contigo. Al fin y al cabo, todos queremos a alguien que nos entienda.
Cuando hables, utiliza el método del resumen. Parafrasea lo que te han dicho para que sepan que les escuchas y les entiendes. Recuerda pedir correcciones en caso de que no les estés entendiendo del todo.
Prueba con esto: “Parece que sientes/piensas x. ¿Es así?”
Esta técnica de tres pasos de escuchar, validar y resumir mantiene el foco en el interlocutor, permitiéndole expresarse en un entorno de apoyo y comprensión.
Por lo tanto, hay que evitar extenderse en áreas que puedan parecer críticas, directivas o invalidantes. Para eso también tenemos algunos trucos.
Cuando haga preguntas, céntrese en los sentimientos, no en los hechos. Evita las preguntas del tipo “por qué”; utiliza en su lugar preguntas del tipo “cómo” o “qué”.
Prueba con esto: “¿Cómo te sientes sobre x?” o “¿Qué significa y para ti?” o “¿Cómo te está afectando z?”
Evita esto: “¿Por qué te sientes x?” y “¿Por qué no haces y?”
Preguntar a las personas “por qué” las presiona para que justifiquen sus propios sentimientos y experiencias. las preguntas “por qué” hacen que tu interlocutor se ponga a la defensiva en lugar de expresarse. Hacer más preguntas exploratorias (cómo/qué) que preguntas exigentes (por qué) proporcionará un entorno cómodo para que se expresen como quieran, a su propio ritmo.
Por último, recuerda que ellos son los expertos en sus propios sentimientos. Por lo general, no se abren a ti para que les digas qué hacer o cómo sentirse; se abren a ti para que les escuches y les comprendas. Por eso, evita dar consejos, juzgar o intentar cambiar sus sentimientos.
“Deberías hacer x” se convierte en “¿Qué crees que te gustaría hacer a continuación?” o “¿Cuáles son tus opciones para seguir adelante?”
“No deberías hacer eso/yo no lo habría hecho” se convierte en “Entiendo por qué lo has hecho”
“Deberías sentirte x porque y” se convierte en “Tiene sentido sentirse x en esta situación”
Evitar los juicios, los consejos y las reinterpretaciones es difícil. Es probable que veas las cosas desde una perspectiva diferente a la de tu interlocutor, y es natural que quieras expresar ese punto de vista. Pero recuerda que sólo estás escuchando una parte del rompecabezas; ellos lo están viviendo. Estás aquí para escuchar, no para contar. Si lo tienes en cuenta, te convertirás en un gran oyente en muy poco tiempo.
Para practicar la escucha activa, intenta iniciar una conversación con un amigo o familiar, o entra en una sala de chat de Supportiv a cualquier hora del día o de la noche.
Recuerda que se necesita tiempo y esfuerzo para ser un gran oyente, y concédete a ti mismo la paciencia y comprensión que estás trabajando para ofrecer a los demás.
Al fin y al cabo, todos queremos sentirnos escuchados. A veces, el simple hecho de abrirnos a alguien nos hace sentir mejor, pero sólo si la persona que nos escucha es amable y comprensiva. Si todos nos esforzáramos por escuchar un poco mejor, podríamos forjar conexiones más profundas entre nosotros, sentirnos más cómodos con las emociones de los demás (y con las nuestras) y sentirnos menos solos.
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