Si te has estado preguntando “¿qué me pasa?” – espera un momento.
Recuerda que tus sentimientos, experiencias y pensamientos son todos válidos. Dicho esto, la vida puede ser un asco. Muchos factores pueden hacer que nos sintamos rotos, tontos o simplemente fatal.
Aquí tienes una lista de sentimientos comunes que nos hacen pensar “¿qué me pasa?” y cómo solucionarlos.
Léelas todas, o haz clic para que te lleven a tu lucha actual.
Y mientras tanto, asegúrate de que te estás haciendo la pregunta correcta. Puede que haya una alternativa más productiva que “¿Qué me pasa?”
Puede que estés intentando hacer demasiadas cosas o que no le estés dando a tu cerebro la oportunidad de resetearse.
Hábitos como no dormir o no comprometerte con tus pensamientos pueden conducir a la disociación o al colapso cognitivo.
Cuando esto ocurre, necesitamos un procedimiento para “calmarnos”. Que alguien te lo explique (como en Supportiv) puede ayudar, pero también es importante tener un plan para cuando estés solo.
Puedes empezar tu ritual en tres sencillos pasos.
Identifica una técnica para “calmarte”. Puede ser cualquier cosa que te permita alejarte de los pensamientos abrumadores: un paseo, una ducha, escuchar música relajante, escribir libremente lo que se te ocurra o desahogarte con un amigo.
Ten un plan para poner en práctica la técnica elegida. Decide cuándo realizarás la actividad para calmarte: “Cuando me sienta x, haré y” Detente cuando necesites calmarte y practica la técnica de forma constante.
Guarda tu técnica para calmarte en el bolsillo. Escríbete un recordatorio en la mano. O configura tu teléfono para que te avise de que tienes que controlarte. Parte de la dificultad para mantener la calma es simplemente recordar que tienes herramientas para sentirte mejor
Ahora, cada vez que empieces a sentirte abrumado, estresado o disociado, tendrás inmediatamente en mente una técnica asociada a sentimientos de calma y paz.
La cama es un lugar de descanso, relajación y recuperación (RRR). Así que es lógico que nadie quiera abandonarla.
Es aún más difícil cuando tienes que hacer cosas una vez que te levantas. La presión te obliga a cerrar los ojos y vuelves a quedarte dormido, pasando la mitad del día o más en la cama.
Dormir todo el día ni siquiera sienta bien. Es atractivo evitar lo malo cerrando los ojos, pero sabes que siempre es peor cuando intentas levantarte. Las tareas pendientes se amontonan hasta convertirse en una montaña.
Entonces, ¿cómo puedes dejar de sentir que algo va mal contigo? ¿Cómo puedes convencerte de que debes levantarte, hacer lo que tienes que hacer y vivir tu vida?
Avanzar es más fácil si lo ves como una cadena. Esta cadena representa el concepto de “activación conductual”
Una vez que derribas una ficha de dominó, el resto la sigue de forma natural: es el simple concepto de inercia. Empieza la mañana con un objetivo consistente y concreto, ya sea preparar el café, desayunar, hacer estiramientos o cualquier otra cosa.
Una vez en marcha, te resultará más fácil continuar.
Los horarios de sueño incoherentes aumentan el cansancio, lo que hace que quieras quedarte en la cama aún más tiempo. Intenta acostarte y levantarte a la misma hora todos los días.
Intenta dormir entre 8 y 10 horas. Todos sabemos que dormir poco cansa, pero dormir demasiado también
El cuándo: planifica algún tiempo de descanso entre tus periodos de actividad a lo largo del día.
Hay quien prefiere la clásica técnica Pomodoro, en la que se trabaja 25 minutos y se descansa 5. Otros prefieren las comidas y cenas largas. Y otros prefieren un tiempo más desestructurado con un objetivo de 3, 4 ó 5 periodos de descanso durante intervalos aleatorios del día.
El qué: piensa qué quieres hacer durante tu tiempo de RRR.
Algunas ideas: dar un paseo, sentarse al aire libre, leer, ducharse y estirarse. Nuestra actividad favorita es desahogarnos un poco con personas que nos apoyan.
Haz lo que te haga sentir bien, pero intenta no volver a la cama
Una vez fuera de la cama, consulta esta guía para salir de casa.
Niebla cerebral por todas partes. Intentas trabajar, pero no puedes desenredar tus pensamientos. Intentas relajarte, pero no consigues despejar la mente. Si no puedes pensar con claridad, es fácil sentirse como: “¿Qué diablos me pasa?”
Es hora de hacer un inventario cerebral.
El primer paso del proceso es la autovigilancia: tenemos que tomarnos unos minutos y dividir nuestra sensación general de niebla cerebral en trozos del tamaño de un bocado.
El proceso de ordenar tus pensamientos puede ser una fuente de estrés en sí mismo. Para solucionarlo, practica actividades para despejar la cabeza.
Para mí, lo más habitual es salir a tomar el aire. Para otros, puede ser una ducha refrescante, un tentempié saludable o desahogarse con una persona comprensiva.
Cuando algo te sienta mal físicamente, a menudo no está bajo tu control.
Sin embargo, aparte de ir al médico, tratar tu cuerpo lo mejor posible puede ayudar a que se sienta menos mal. Lo has adivinado: Tiempo de autocuidado
Es hora de analizar tus hábitos y cómo puedes mostrarte más cariñoso contigo mismo.
Dormir: Mantén un horario de sueño y vigilia lo más constante posible. Elimina los elementos de distracción de tu habitación por la noche, como luces y sonidos innecesarios. Limita el uso de aparatos electrónicos justo antes de acostarte.
Comer: No puede cambiar fácilmente toda su dieta, pero puede dar algunos pequeños pasos hacia una alimentación más sana. Aumente el consumo de fibra y proteínas. Limite los tentempiés. Intente no comer justo antes de acostarse.
Haga ejercicio: No hace falta que te conviertas en una rata de gimnasio. Empiece poco a poco. Haz estiramientos cada mañana. Intenta dar un paseo todos los días. Haz algunas sentadillas y planchas.
Atención plena: Dedica 5 minutos al día a practicar algunos ejercicios de atención plena. Prueba con la respiración abdominal, la relajación muscular progresiva o la meditación de la bondad amorosa.
Salud: Si te encuentras mal, ve al médico. No hay nada malo en revisar tu cuerpo con un profesional. No te debilita ni te preocupa en exceso.
No es raro tener una carencia de vitaminas, un problema de calidad del sueño o una duda sobre tu dieta en la que un médico puede ayudarte.
Aunque se trate de “algo malo”, no son problemas fundamentales de tu personalidad. Y puedes actuar fácilmente para sentirte mejor
En primer lugar, debes entender de dónde viene tu soledad. No es algo que te ocurra a ti.
Pero, por desgracia, a menudo no podemos “pensar” cómo dejar de sentirnos solos: nuestro cerebro no funciona así. ¿Qué podemos hacer?
Averigua cuál es la raíz de tu soledad. Hazte las siguientes preguntas: 1) ¿Tengo suficientes contactos con amigos y familiares? 2) ¿Los contactos que tengo son de calidad? 3) ¿Tengo la sensación de que me falta algo incluso cuando hay otras personas cerca?
Es posible que tenga que trabajar para conocer gente nueva o aumentar la calidad de las relaciones que ya tiene. Este es un enfoque centrado en el “otro”.
Otra posibilidad es que sientas que ya tienes seres queridos que se preocupan por ti, pero que no es suficiente. En este caso, quizá quieras trabajar para crecer y realizarte. Este es un enfoque centrado en “uno mismo”.
La vía de los “otros”: acércate y comunica tus necesidades.
La ruta del “yo”: desarrollarte a ti mismo, tus intereses y tu propósito.
Una dura verdad: algunos de nuestros padres están mal equipados. Algunos son violentos. Algunos son narcisistas.
Una verdad más dura: Si te criaron padres maltratadores, es posible que te hayan “lavado el cerebro” para que sientas que ellos siempre son buenos y que las cosas malas siempre son culpa tuya.
Esto puede dejarte con la sensación de que no hay razón para tus malos sentimientos hacia ellos y, en consecuencia, puede aumentar los sentimientos de culpa, resentimiento e ira que no tienen salida.
La mayoría de las veces, cuando creemos que hay algo inherentemente malo en nosotros, se debe a los mensajes que nuestros padres nos enviaron en la infancia.
Si esto se parece a tu situación, consulta la guía de Supportiv para identificar el narcisismo y recuperarte de él.
Y si estás atrapado en tu situación, lo entendemos perfectamente y sabemos que desahogarte puede ser tu única solución en este momento. Nos encantaría ayudarte a desahogar estos sentimientos contradictorios.
Puede que tus padres no sean narcisistas, pero eso no significa que no tengan sus problemas. Afortunadamente, hay algunas cosas que puedes hacer para sentirte menos mal, incluso cuando tu familia no es la que más te apoya.
Quizá la comunicación no sea la mejor, pero ¿puedes aumentar el tiempo de calidad? Ver la tele tranquilamente con tu madre puede ser mejor que nada. Y quién sabe, si pasáis más tiempo juntos, quizá hablar sea un poco más fácil.
Si tus padres no pueden apoyarte como necesitas, busca otras redes de apoyo. Los amigos, los abuelos, las redes sociales o los grupos de apoyo en línea suelen funcionar.
Muchas personas se sienten culpables si no tienen una buena relación con su familia. Al fin y al cabo, son familia.
Pero es fácil olvidar la otra cara de la moneda: tú también eres una persona. La única persona a la que le debes algo es a ti mismo. Tu familia puede impulsar tu crecimiento y desarrollo, pero el resto depende de ti.
Anímate a ser tú mismo, a elegir tus propios contactos y a cometer tus propios errores. Sé tú mismo.
Si sigues sintiéndote solo, echa un vistazo a estas citas sobre familias disfuncionales.
Todo el mundo lo supera de forma diferente, pero hay algunas cosas que puedes hacer para ayudarte a ti mismo durante el proceso. Equilibra la indulgencia y el autocuidado. Escucha música triste, cómete un helado o sal a pasear por el parque. Háblalo con alguien.
Una vez que te hayas permitido un tiempo de duelo, empieza a pensar en algunas de las cosas buenas que se derivan de tu ruptura.
Si has dejado a una ex pareja maltratadora, por fin puedes rechazar su lavado de cerebro de que algo va mal contigo.
¿O recuerdas esa sensación de mariposa en la barriga que tienes cuando conoces a alguien nuevo? No sólo te espera eso, sino también más tiempo para tus amigos y tus aficiones.
También tienes la libertad de vivir la vida como quieras, a tu ritmo. Y muy pronto, otra persona se unirá a ti en ese viaje.
Así que esperas volver a salir. Por suerte, “ahí fuera” es un lugar muy grande.
No tengas miedo de acercarte a alguien en el supermercado (siempre que lo hagas con respeto). Únete a clubes y conoce gente. Apúntate a una clase. O únete a una de las muchas aplicaciones de citas que se adaptan a las distintas necesidades individuales.
Recuerda que debes ser paciente y asegurarte de que, mientras tanto, cuidas tus otras relaciones (con la familia, los amigos y los seres queridos).
Cuando conozcas a alguien, no tengas miedo de decirle cómo te sientes. Con demasiada frecuencia tenemos tanto miedo a arriesgarnos que perdemos la oportunidad; como dijo Wayne Gretzky (y Michael Scott), “fallas el 100% de los tiros que no haces”
Decirle a alguien cómo te sientes es quizá una de las experiencias más llenas de ansiedad, pero también más emocionantes, de la vida. Por suerte, hay formas de controlar la ansiedad y recordar que eres genial: no te pasa nada.
Paso 1: Aumenta tu confianza. Espera a estar animado para exponerte.
Paso 2: Inclúyelo en la conversación. La incomodidad inherente a decirle a alguien cómo te sientes suele venir del alto nivel de presión que de repente se ejerce sobre ambas partes. Cuando esa presión surge de la nada, la confesión da mucho más miedo.
Intenta esperar a que te digan un cumplido, a que inicien un encuentro o a que ya estéis hablando de sentimientos. Que sea algo natural.
Paso 3: Dale una “salida” Si la persona no siente lo mismo, o si necesita tiempo para procesar sus sentimientos, ninguno de los dos lo pasará bien con el resto de la conversación.
Por eso, puede ser muy útil añadir algo como “No espero que respondas ahora” o “También podemos esperar y ver cómo se desarrollan las cosas de forma natural”, para que no se sientan obligados a dar una respuesta completa de inmediato.
Buena suerte
Las técnicas antiestrés serán tus mejores aliadas. Puedes aplicarlas en tu escritorio, en el coche o incluso en el trabajo
Para un enfoque más específico, considera la fuente de tu estrés: ¿son tus compañeros de trabajo? ¿Tu jefe? ¿Las propias tareas? ¿Hay alguien o algo que te hace sentir que te pasa algo? A continuación, desahóguese con una persona comprensiva o consulte esta guía para afrontar la ansiedad laboral independientemente de quién (o qué) la provoque.
Cuando nada sale bien, empezamos a sentir que la vida está fuera de nuestro control. Entonces luchamos contra lo que ocurre, buscando cualquier forma de cambiar las cosas. Esta lucha nos hace darnos cuenta aún más del poco control que tenemos, y podemos resignarnos a pensar que algo va mal con nosotros.
No importa lo duro que trabajemos o lo sinceros que sean nuestros objetivos, algunas cosas están fuera de nuestro alcance.
Cuando nos pasamos la vida intentando cambiar algo inmutable, pensando: “¿Qué me pasa?”, nunca podremos ser felices.
La verdad es que tenemos que hacer lo mejor que podamos con lo que podemos controlar, y aceptar lo que no podemos.
Cuando te encuentres con una situación frustrante, primero cambia tus pensamientos hacia los aspectos que puedes controlar.
Si siempre te centras en lo que no puedes controlar (odio el tráfico, tengo demasiadas facturas, me siento muy solo), sólo conseguirás sentirte peor. Si, por el contrario, te centras en lo que puedes cambiar (salir antes, refinanciar, pasar tiempo con los amigos), recuperarás el sentido de la agencia en tu vida.
Por supuesto, no es razonable esperar que nunca pensemos en las cosas que no podemos controlar. Sin embargo, cuando pensamos en ellas, podemos intentar cambiar nuestra perspectiva. Debemos adoptar una mentalidad de aceptación y crecimiento.
A veces ocurren cosas horribles y, sinceramente, no podemos hacer nada para evitarlas. Pero una vez que nos damos cuenta de que rumiar las cosas malas no hace más que hacernos sentir aún peor, podemos aceptarlas y seguir adelante. Para ello, debemos ver las dificultades de la vida como retos y no como algo malo.
Tanto si estás aprendiendo algo en clase o en el trabajo, probando una nueva relación o jugando a un videojuego, experimentarás contratiempos. Considerar cada dificultad como un reto nos ayuda a convertirnos en personas mejores, más inteligentes, más fuertes (y más felices).
“Nada parece salir como yo quiero” se convierte en “Yo también puedo con esto”
Creo firmemente que no hay nada más importante en la vida que la conexión con otras personas. Esto, por supuesto, hace que todo sea mucho más difícil cuando los que nos rodean no pueden comprometerse y conectarse de una manera que nos haga sentir bien.
Cuando sentimos que no nos escuchan ni nos comprenden, puede parecer que algo va mal, aunque no sea así.
Lo bueno es que, por lo general, la gente no está intentando hacerte daño; simplemente no saben lo que realmente necesitas. Podemos solucionarlo mejorando nuestras habilidades comunicativas.
Hacer valer tus necesidades puede dar lugar a una conversación dura, pero a la larga será bueno para tus relaciones. Pero antes de llamar a su puerta, conviene practicar lo que quieres decir.
Primero, escribe lo que quieres decirle a la persona. Lee lo que has escrito. Imagina que habéis cambiado los papeles y que eres tú quien recibe la conversación.
¿Podría percibirse como hiriente lo que has escrito? ¿Provocará una actitud defensiva que obstaculizará la conversación real? ¿Asignaste alguna culpa injusta?
Ahora reescribe lo que quieres decir. Cambia las expresiones “tú” por expresiones “yo”. Cambia el enfoque de las críticas por el de los valores. Por último, sustituye las peticiones generales por sugerencias concretas de cambio.
He aquí un ejemplo de cómo podría ser este proceso:
Primer borrador: “Nunca me escuchas. El otro día te hablaba de mi estrés en el trabajo y me interrumpiste para hablar de la cena. Ojalá me escucharas mejor ”
Segundo borrador – ” Valoro mucho que me escuches y me entiendas. Como últimamente estoy muy estresado por el trabajo, me preguntaba si podríamos hablar un poco más de eso. Significaría mucho para mí”
Puedes adivinar qué conversación puede tener más éxito
Aun así, puede que haya cosas en tu vida que ni siquiera tus seres queridos más cercanos entiendan. Si prefieres hablar con alguien que pueda empatizar con tu situación, puedes chatear en Supportiv con compañeros afines y moderadores formados que siempre te escucharán.
Para obtener asistencia anónima de igual a igual, prueba un chat.
Para organizaciones, utilice este formulario o envíenos un correo electrónico a info@supportiv.com.
¡Nuestro equipo estará encantado de ayudarle!